martes, 1 de abril de 2014

Construyendo Calíope (vol.12)

A little touch of Schmilsson in the night

La última semana ha sido de pequeños retoques, asegurar que todo el mástil brillase, que el cuerpo también tuviese más brillo. Básicamente ha sido, día tras día, buscar fallitos e intentar mejorarlos.

Según los tutoriales, toca dejar secar la madera, hacer un ligerísimo lijado, y entonces, liarse a pulir con trapo de microfibras y cera de carnaúba, como si fuese una moto.

Ahora tenemos la guitarra en casa, en dos piezas. Colgada del tendedero, en la terraza, para que se airee al fresquito, sin mojarse cuando llueve, y se evapore, en las horas de sol la parte más interna de la laca. Algo debe de estar haciendo porque, efectivamente, la laca ha mermado ya y se nota en el resurgimiento de uno de los desperfectos de la madera. Eso es también indicativo de que nuestra guitarra late y siente. Queda el consuelo de que el acabado no es excesivamente grueso, pese a los dos botes de pintura invertidos.

Las dos semanas que nos esperan van a ser largas... no garantizo querer ponerle las manos encima antes! Tengo tentaciones de montar el cuerpo y el mástil, pero Dios sabe que será mejor abrillantarlos por separado. Tengo tentaciones de montar las clavijas en el mástil, la electrónica en el cuerpo... pero ya tengo la experiencia de sacar brillo a mi otra Telecaster, "Eileen" sin desmontar y sin quitar el hardware por completo, y realmente sería absurdo hacerlo así. Pero sí, estoy como loco porque llegue, de nuevo el "Carnauba time".


En fin, que estamos a día 1 y creo que en Semana Santa va a haber mucho trabajo para tener terminada esta guitarra.

Os dejo con dos fotos y os cuento cómo quedó la guitarra para su proceso de curación.

Siendo muy sincero, estas fotos nunca revelan las limitaciones del método de trabajo... pero espero ser capaz de mitigarlas todo lo posible!

Y ahora os cuento cómo quedó la casa tras el desmontaje del laboratorio... Retiré todo el  plástico con el que envolví las paredes del baño en el que trabajé y quedó, aún así, una buena cantidad de polvo amarillento a modo de albero asqueroso, por el suelo. Por otra parte, en los sanitarios que no había cubierto (me centré en una esquina y suelo de aproximadamente el 40% de la extensión del recinto), se había depositado nitro que había quedado suspendida en el aire. Pensé que, por más abandonada que pueda estar esa casa y que, aunque a esos sanitarios posiblemente no les espere una segunda vida, más valía encontrar manera de limpiarlos. Fue una buena sorpresa poder retirar la nitro con agua, un estropajo y un poco de fairy del malo, y con un trapo (reciclado de mi vieja camiseta del Tattoo de Rory Gallagher que ha muerto de la forma más digna, en acto de servicio), aclarar y limpiar suelo, sanitarios y demás enseres.

¡Esto se va acabando! Y se mezclan los sentimientos de vacío inminente con los de querer verlo terminado y sonando.

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