Slowly (como la canción de Aute)
Lo queramos o no, este es un proceso lento y una carrera de fondo en la que la paciencia es el mejor aliado y las prisas, las peores consejeras.

Cabe destacar lo difícil que es trabajar los bordes sin que afecten con goterones a las caras perpendiculares de la guitarra, que es donde más se notarían los desperfectos. ¡vuelta a lijar! No sé si me meteré en otra de estas en la vida, pero desde luego, creo que cambiaría de filosofía en muchas cosas...
El caso es que nos esperan unos días de silencio en este blog, porque, una vez me quede satisfecho con la cantidad y homogeneidad del barniz, toca secar el mástil y el cuerpo durante un par de semanas, como si de chorizos se tratase, al sol y bien ventilado. Es importante lo del sol. Elegí nitrocelulosa para que envejeciese, amarillease y se cuartease con el tiempo. ¡Así lo quise! Así que tengo que facilitarle el trabajo, y así, de paso, mermará un poco el espesor.
Y a falta de más información, desvelaré un poquito sobre mis fuentes para esto, que, en buena medida, se han reducido al autor de este estupendo artículo.
También tengo que darle su crédito a mi amigo Ángel Fuertes, gran luthier y mejor persona, en cuya cabeza buyen y fluyen artesanales y ancestrales técnicas. Un tío paciente y artesano como no conozco muchos, y con el que no debo de haber pasado suficiente tiempo, porque no se me ha pegado nada...